Daniel Lizárraga y Francisco Castellanos
Felipe Calderón pudo conocer los protocolos militares a los 43 años, a partir de que ganó las elecciones internas de su partido y se convirtió en aspirante a la Presidencia de la República y le asignaron al teniente coronel Mario Castro como su jefe de escoltas.
Por eso causó sorpresa a los reporteros que Calderón apareciera públicamente vistiendo un uniforme de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas –en el campo militar de Apatzingán, Michoacán– y que hablara como si fuera militar.
“Ustedes trabajan sin descanso para que todos los mexicanos puedan, precisamente, tener oportunidades de trabajo y sacar adelante su familia –le dijo a la tropa el miércoles 3–. Por eso he querido comenzar con las actividades de este 2007 con ustedes, compartiendo el pan y la sal, compartiendo el rancho, como se dice en la jerga militar, expresándoles en nombre de todos los hombres y mujeres de México un merecido reconocimiento a su labor.”
Ese día, los organizadores colocaron en la mesa de honor al general de arma blindada, Audomaro Martínez Zapata, quien durante 2006 pidió licencia para encargarse de la seguridad del excandidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador. Y aunque el presidente Calderón no mencionó al general cuando agradeció los resultados en su lucha contra el narcotráfico, el nombre y el rostro de Audomaro Martínez aparecieron en las páginas de los diarios de circulación nacional.
A este militar de alto rango no se le veía desde el pasado 5 de agosto, cuando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) validó el triunfo de Calderón en las urnas. A partir de esa fecha, el Ejército envió a Martínez Zapata a un cuartel de Oaxaca.
El jueves 4 –un día después del saludo militar en Apatzingán–, la Presidencia de la República escaneó en su página de internet la constancia de mayoría a favor de Felipe Calderón otorgada por el TEPJF, en otro hecho insólito. Se trata de tres imágenes, en una de las cuales se distingue el nombre del excandidato panista, acompañado de la frase: “Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos”.
Desde que asumió el poder, el pasado 1 de diciembre, Felipe Calderón se ha refugiado en la logística del Estado Mayor Presidencial (EMP). Gracias a un exitoso operativo del Estado Mayor Presidencial, el panista pudo rendir protesta en la Cámara de Diputados. Además, los anuncios oficiales sobre los operativos contra la delincuencia en Michoacán y Tijuana, así como los informes de los despliegues militares se realizan en el salón Adolfo López Mateos, de Los Pinos.
Vocación tardía
Desde que los civiles tomaron el poder, Felipe Calderón es el primer jefe del Ejecutivo en usar el uniforme militar y, sobre todo las cinco estrellas, a pesar de que apenas lleva un mes en Los Pinos.
El expresidente José López Portillo, quien era muy dado a utilizar las insignias militares y a pasearse por los campos de entrenamiento saludando a lo soldados, lo hacía siempre en fechas históricas o durante las prácticas.
El último militar de carrera que gobernó México fue el general Lázaro Cárdenas. A diferencia de éste, Calderón estudió derecho en la Escuela Libre de Derecho y obtuvo una maestría en Economía en el Instituto Autónomo de México (ITAM), así como otro título en Administración Pública en la Universidad de Harvard, Estados Unidos. Nunca tuvo una relación con el Ejército o la Marina en su carrera política.
Antes de que el Partido Acción Nacional (PAN) lo lanzara como candidato a la Presidencia de la República, fue presidente nacional de su partido, representante ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, diputado federal en dos ocasiones, así como secretario de Economía, entre otros cargos.
Durante la campaña electoral aparecieron dos perfiles del entonces candidato panista, primero el de Salvador Camarena, en el libro Los suspirantes, y luego el de Rodrigo Vera, en la edición especial de Proceso número 19 titulada Historias sin retoque, en las que se mencionaba que el único contacto que Calderón tuvo con la milicia fue cuando hizo el servicio militar en su tierra, Michoacán, mientras cursaba la preparatoria en el Instituto Valladolid. Nada más.
Esta escuela, de acuerdo con las mismas fuentes, está dirigida por la orden religiosa de los maristas, no por militares. Su padre, Felipe Luis Calderón Vega, fue un civil, fundador del PAN. En su familia no hay un sólo militar de carrera, ni siquiera un amigo cercano dentro del Ejército que le hubiera podido inspirar una vocación por las armas.
A partir de que rindió protesta ante la Cámara de Diputados, la agenda presidencial la han ocupado centralmente las Fuerzas Armadas. Entre el 1 de diciembre pasado y el 4 de enero, Calderón ha presidido 18 encuentros o eventos relacionados con el Ejército, la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública.
Además, en su promocional televisivo más difundido aparece Calderón enviando un mensaje a las Fuerzas Armadas. En 28 segundos, una solemne voz en off comenta: “En México prevalecerán el orden, la legalidad y las instituciones. Es nuestro compromiso. Para que vivamos mejor el gobierno actúa. Presidencia de la República”.
Estas palabras van acompañadas con imágenes de militares tocando tambores, del nuevo mandatario caminando a paso marcial y, finalmente, rindiendo protesta ante la Cámara de Diputados, arropado por los aplausos de eufóricos diputados panistas.
El miércoles 3 de enero, apenas dos horas después de haberse colocado la casaca verde olivo y el quepí con las cinco estrellas, el presidente Calderón se puso la playera de las Chivas del Guadalajara, el campeón del futbol mexicano. Aunque el mandatario es seguidor de otro equipo –el Morelia–, se arropó con la prenda de uno de los dos equipos más populares de México. Al otro día, las fotografías de Calderón como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y la que mostraba al presidente con la camiseta Chiva aparecieron juntas en la prensa.
La indumentaria militar de Calderón fue criticada por analistas y expertos en temas castrenses. En sus colaboraciones para Reforma, el viernes 5, Rafael Segovia y Carmen Aristegui abordaron el asunto.
Segovia tituló su artículo Se pide silencio y escribió: “El Presidente no necesita tales disfraces, antes bien dañaría su imagen pues tras un largo periodo de generales presidentes, uno de los principios del sistema político mexicano es el dominio del poder civil. La inmensa popularidad de Miguel Alemán cuando asumió la Presidencia radicó en ser precisamente un civil. Quienes se opusieron posteriormente a los presidentes civiles fueron en algunos casos los militares, lo que fue un elemento en su contra”.
Y Aristegui, en Comandante supremo, mencionó que “el debilitamiento de las fuerzas políticas mexicanas a raíz de una disputa desordenada, intervenida y violentada por la Presidencia de México, no sólo ha dejado al país dividido, sino que ha hecho irrumpir a la estructura militar como la única garante visible de la estabilidad nacional”.
El investigador Javier Oliva, experto en temas castrenses que busca la dirección nacional del Partido Revolucionario Institucional, considera que el mandatario “abusó del protocolo castrense” en aras de proyectar una imagen de autoridad y legitimidad.
Dice que se sorprendió al ver a un presidente de la República vestido de militar, ya que el uso del uniforme y las insignias militares es característico de naciones como Venezuela y Cuba.
Señala además que los presidentes nunca usan las cinco estrellas para visitar a la tropa, mucho menos lo hacen rodeados por decenas de reporteros y fotógrafos; sólo se usan en las prácticas de gran envergadura.
(Proceso, Enero 2007)
lunes, 1 de enero de 2007
El presidente militarizado
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