miércoles, 27 de junio de 2007

Calderón busca, vía militarización, un liderazgo que no ganó en las urnas: expertos

Cuestionan el papel preponderante de las fuerzas armadas en el combate al narco

JESUS ARANDA

La militarización de la lucha contra el narcotráfico responde a la política diseñada por el presidente Felipe Calderón con la cual pretende asumir un liderazgo que no obtuvo en las urnas, apoyado, fundamentalmente, por las fuerzas armadas.

Coincidieron en lo anterior la investigadora Laura Carlsen, del Centro de Política Internacional con sede en Washington; el embajador Víctor Flores Olea y el catedrático John Saxe Fernández, al participar en el panel organizado por Casa Lamm y La Jornada sobre el tema Guerra contra el narco o militarización de México.

Carlsen agregó que el plan México, con el que se pretende combatir el crimen organizado, resulta ser una copia del fallido plan Colombia, el cual ha tenido como consecuencia la pérdida de soberanía y la criminalización de la oposición y de los luchadores sociales.

Añadió que llama la atención la política asumida por el presidente Felipe Calderón en contra del narcotráfico, al calificar a éste del enemigo principal que tiene el país y un peligro para la soberanía nacional.

Lo mismo hizo en su momento el presidente de Estados Unidos Richard Nixon, quien llegó al poder débil políticamente y con la necesidad de fortalecer su liderazgo, añadió.

En el caso de Calderón, añadió la especialista, éste se ha apoyado en las fuerzas armadas para combatir el tráfico ilegal de drogas y la creciente violencia que tiene lugar en el país, pero también lo ha hecho con el propósito de consolidar su Presidencia, a la que llegó debilitado por el controvertido proceso electoral pasado.

Carlsen agregó que con la integración de México al Acuerdo de Seguridad para América del Norte (ASPAN) el país ha asumido como suya la agenda de seguridad y en contra del terrorismo de Estados Unidos, lo cual va en detrimento de la soberanía nacional.

Además, añadió, se ha aceptado la tesis estadunidense de que las fuerzas armadas deben combatir al crimen organizado, lo cual tiene también un trasfondo estratégico que ya se ha aplicado en Colombia, en el sentido de que la militarización de la lucha contra el narcotráfico abre la puerta a la criminalización de los conflictos sociales y con ello a la represión de los opositores al gobierno en turno.

Por su parte, el embajador Víctor Flores Olea destacó la política de sumisión del gobierno mexicano hacia Estados Unidos y refirió que la militarización de la seguridad pública abre espacios para la represión y violación de los derechos humanos, como ha ocurrido últimamente en eventos en los que soldados se han visto involucrados en la muerte de civiles.

A su vez, el investigador de la UNAM John Saxe Fernández, quien no acudió por estar enfermo, señaló en su ponencia -que fue leída por el moderador Angel Guerra- que la sumisión del gobierno mexicano en materia de política exterior y seguridad hacia Estados Unidos se ha fortalecido en los años recientes con la creciente capacitación de militares mexicanos en el vecino país y la adquisición de armamento, la cual se ha multiplicado a partir del gobierno de Miguel de la Madrid.

(La Jornada, 27 de junio de 2007)

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