José Antonio Crespo
Viernes, 13 de Abril de 2007
En el caso Zongolica, donde murió la indígena nahua Ernestina Ascencio, no sólo está en juego la credibilidad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos CHDH, que cayó en un pantano de contradicciones declarativas, sino el de otras instituciones, como el gobierno de Veracruz que tampoco ha tenido un papel transparente.
En el ojo del huracán está también el Ejército, algunos de cuyos miembros presuntamente fueron los perpetradores del aparente ataque a doña Ernestina. Pero hay otros asuntos en torno a este asunto en que el comportamiento del Ejército despierta suspicacias. Al principio parecía haber disposición de la Secretaría de la Defensa Nacional de comportarse con gran institucionalidad, investigando si en efecto algunos de sus miembros habían sido los culpables, en cuyo caso procedería a castigarlos conforme a derecho. De ser asi el propio Ejército hubiera enviado el mensaje de que en su interior se rinden cuentas y no se tolera la impunidad. Pero eso ocurre en países política y jurídicamente civilizados, mientras que en los bananeros suelen enredarse las cosas fácilmente y generarse verdaderos escándalos que alcanzan los altos niveles de poder. En este caso, incluso la palabra y credibilidad de Felipe Calderón está en juego, por un pésimo manejo de este asunto. Por supuesto, el Ejército tiene el derecho de poner en duda que sus soldados fueran responsables del delito, pues pudo haber sido cometido por otras personas, aun uniformadas. Por lo cual se dijo dispuesto a comparar los líquidos seminales encontrados en el cuerpo de doña Ernestina con muestras de sangre de los soldados apostados en la localidad, según informó en su comunicado número 19 del 6 de marzo. Tras haberse practicado la segunda necropsia al cuerpo de la indígena fallecida – a solicitud de la CNDH - Felipe Calderón declaró que no hubo ataque ni violación, sino que la señora Ernestina había muerto de gastritis - versión que en general confirmó días después el ombudsman, José Luis Soberanes - saltó de inmediato la contradicción entre esa conclusión y la existencia del líquido seminal que la Sedena había dicho incorporaria en sus pesquisas. Tanto Carmen Aristegui como Miguel Ángel Granados Chapa así lo destacaron en sus respectivas columnas del viernes 30 de marzo, tras haberse divulgado la conclusión de la CNDH a partir de la segunda necropsia. Aristegui escribió entonces: “Si no hubo violación, ¿cómo es que el Ejército envió muestras de sangre y de líquido seminal para ser analizadas al DF? ¿También lo inventó?”. Granados Chapa reseñó el cambio de posiciones de la CNDH , para terminar planteando la incógnita sobre “un comunicado del Ejército (que) mencionó la existencia del líquido seminal en el cuerpo de la señora Ernestina”. Más allá de señalar esa evidente contradicción, la publicación de estos artículos ¿contribuyen a entender el embrollo? Tal vez, pues en los días siguientes se les preguntó a los visitadores de la CNDH Raúl Plascencia y Susana Pedrosa, qué había con el líquido seminal, a lo que ambos respondieron que se le había solicitado al Ejército la información correspondiente, y que no la habían recibido. Lo que no dijeron – en ese momento – es que ese requerimiento lo hicieron el domingo primero de abril. Lo cual significa que las conclusiones de Soberanes se hicieron sin constatar si el líquido seminal existía o no, si el Ejército lo tenía en sus manos. Y para alimentar las suspicacias sobre la honestidad del Ejército en este asunto, cuando Susana Pedrosa señaló que, de acuerdo al comunicado 19 de la Sedena , los resultados de sus análisis deberían conocerse el martes 10 de abril, al día siguiente la Sedena envió a La Jornada (6/IV/07) una aclaración donde se lee: “ La Secretaría de la Defensa Nacional no cuenta con muestra alguna de líquido seminal supuestamente encontrado en el cuerpo de la señora Ernestina Ascencio, y jamás lo ha tenido”. Y agrega que “Si en un comunicado anterior hizo referencia a tal es porque partía de la premisa de que estarían dichas muestras en poder de la autoridad investigadora, en este caso la Procuraduría General de Justicia de Veracruz… mismas que no ha recibido”. Algo sumamente extraño, pues en el comunicado 19 la Sedena había dicho que peritos especialistas “llevan a cabo el dictamen pericial” relativo al líquido seminal. “Llevan a cabo”, en lugar de “llevarán a cabo”. Es raro también que, si aún no se contaba con esa muestra, se pusiera fecha al resultado de los análisis, entre 15 y 20 días hábiles. Supongo que no conviene fijar un periodo de entrega de resultados en tanto no se cuente con las muestras a analizar. Al menos no se esperaría eso de una institución como el Ejército, donde la organización y la precisión son esenciales. Tampoco suena racional que si en los medios se planteaban ya dudas sobre qué pasaba con el líquido seminal, en virtud de la contradicción que suponía con los comunicados de la CNDH , el Ejército no lo hubiera aclarado de inmediato. Y ni siquiera lo haya informado en el momento mismo que la propia Comisión preguntó al respecto. El extraño comportamiento del Ejército en todo esto, lejos de despejar dudas y sospechas, las incrementa en no pequeña medida. Por su parte, el gobierno de Veracruz dice que si habia liquido seminal y otras pruebas de violación pero que se echaron a perder, lo que incrementa la suspicacia y confusion. Al menos podria decirnos si dio o no ese liquido al Ejercito, o si en efecto este hizo sus calculos de investigación y entrega de resultados a partir de una promesa no cumplida de aquel gobierno. Por fortuna, las evidentes contradicciones y anomalías en todo este asunto, orillaron al PAN y al PRI a aceptar que Soberanes comparezca en la Cámara Baja , y que se forme una comisión que investigue este confuso y lamentable caso. A ver hasta dónde llega esto.
(Correo, 13 de abril de 2007)
viernes, 13 de abril de 2007
Zongolica y el Ejército
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